CERRADO POR ATARDECER

Con este blog quiero compartir con vosotros estos relatos fruto de vivencias, experiencias, reflexiones, etc.etc. Por tanto la mayor pretensión es que os gusten y os animéis a dejar algún comentario o sugerencia para animar y motivar futuros escritos que ayuden al crecimiento personal y alejarnos en la medida de lo posible de fatalismos y mediocridades.



UN ABRAZO A
TOD@S

martes, 12 de junio de 2012

EL ARTE DE HACERSE

Los que me conocéis sabéis de mi afición por la cocina y la escritura y mi afán por mejorar en muchos de los aspectos de la vida y, por supuesto, también en estos a los cuales aludo. Sobre ello pensaba el otro día cuando estaba cocinando, donde me dio por empezar a establecer conexiones o coincidencias entre las artes culinarias, el arte de vivir y el arte de hacerse persona. Y empecé a descubrir más coincidencias de las que aparentemente podía esperar, motivo este por el cual, la cocina se convirtió en zona de experimentación gastronómica  y sala de notas de todo aquello cuanto se me iba ocurriendo. Bueno…es los que tienen los pensamientos, que no respetan tiempos ni espacios.
Una primera idea que me asaltó fue la de que, como si de una receta de cocina se tratase, el arte de hacerse persona requiere en primer lugar de una buena materia prima, la que nos viene de serie y la que nos imprimen en los primeros años de nuestras vidas, donde con mejor o peor fortuna empezamos a fraguarnos en ese proyecto de vida que algo espera de nosotros.  Lo siguiente sería disponer de un recetario que nos ayude a orientarnos durante la elaboración de nuestra propia identidad, pero abierto a la imaginación, la amplitud de miras y la creatividad de cada cual y que tendría la misión de darnos pistas para que  pudiéramos experimentar a través de añadir o cambiar diversos ingredientes. Estas recetas vitales serían los valores o las personas en las cuales nos gustaría reflejarnos y que podrían aportarnos los secretos de los que son poseedores los grandes maestros. Seres que experimentaron antes que nosotros y nos descubren cuales son las especias que ensalzan y aromatizan un plato, cual es el truco para que una salsa roce la excelencia o qué actitudes son buenas cultivar si queremos conseguir muchas estrellas sin acabar siendo seres estrellados. Un aspecto más de este singular tránsito vital-culinario pasaría por el tiempo de elaboración. Sabemos que un buen guiso requiere dedicarle el tiempo suficiente y donde intuimos que los “fuegos lentos” no hacen sino enriquecer y mimar aquello que tengamos entre manos. Lo mismo pasa con nuestras vidas, que deben ser vividas, elaboradas y construidas con las duraciones precisas, sin acelerar los procesos y dedicándole lo necesario en cada momento. Sabemos también que cada persona necesita “puntos de cocción”  o “fuegos” diferentes en función de las diversas situaciones que nos salen al paso o de las distintas maneras de ser que, afortunadamente, tenemos: unas veces necesitaremos “llama vigorosa”, otras tantas la armónica y envolvente suavidad de un “baño maría” y por qué no, también habrá momentos de “vuelta y vuelta”, pero la clave está  en saber cuál es el  “punto”  que exige nuestra vida como consecuencia de lo que el contexto o nosotros mismos nos pidamos en cada instante. El problema estriba si nos instalamos de manera permanente en la cocina precocinada, con aditivos desconocidos, inconsistentes y tóxicos; o si abusamos de los hipercalóricos y los convertimos en adictivos. Creo que ya vamos intuyendo cual es su traducción dentro de este peculiar ejercicio comparativo que os vengo presentando. Otra clave dentro del arte de hacerse pasa por cocinar para otros y hacerlo con cariño, con mimo, cuidando los detalles al máximo y siendo generosos, pues no estaremos haciendo otra cosa que exponiéndonos hacia lo que somos y hacia lo que podemos ofrecer cuando lo que nos mueve es la alegría y satisfacción que solo se puede recibir dando. También es muy importante la presentación del plato o de nuestra propia vida. A lo que somos o a lo que vamos tardando en serlo le dignifica el estilo, la elegancia y la belleza de todo cuanto seamos capaces de generar en nuestro interior y el reflejo que tendrá en nuestro exterior. Es una cuestión de bienestar que enriquece el ánimo, endulza la vida y aliña los ambientes en los que, irremediablemente, cada cual se tiene que sacar las castañas del fuego. La mejor moda la tuya, el mejor complemento el que embellece por dentro y el mejor alimento el que nutre al espíritu y da placer al cuerpo.
Por último, me viene a la mente una frase que casi todos hemos escuchado alguna vez cuando éramos niños, que para nuestros padres era poco más que un mantra y para nosotros, tiernos y vulnerables infantes, una amenaza casi segura. Dicha frase rezaba: “hay que comer de todo”. Traducido al ejercicio que vengo realizando desde esta difusa cocina y a modo de colofón, recomiendo probar muchos ingredientes, experimentar con distintos recipientes y con múltiples técnicas, nutrirse de muchas y variadas experiencias y conocer cómo se cocina o vive en otras latitudes. Al fin y al cabo qué es la vida sino una receta que tenemos que elaborar con los ingredientes que tenemos a nuestro alcance. En nuestras manos, y solo en nuestras manos está el saber qué plato queremos cocinar y a quién queremos hacer felices con él. A eso es a lo que yo llamo aderezar lo cotidiano para llegar a ser un gran Chef de las emociones en este peculiar trance del vivir.


A mis amig@s “cocinillas”
Toño Villalón