Esta foto la saqué ayer
paseando por una de las céntricas calles de Salamanca y enseguida mi cabeza se
llenó de ideas que este inerte maniquí resumía a la perfección con su rebajada
presencia. Obsérvese como el precio más alto luce a la altura genital y que
este se va degradando a medida que asciende, como queriendo decir cuando llega
a la parte más alta, que ya estamos locos de remate…de remate final…vamos hasta
perder la cabeza. Pensaba también que
como nos sigan rebajando derechos acabaremos inmóviles y en pelotas rellenando
el escaparate de nuestras resignadas vidas. Desconozco las prendas que cubrían
la silueta de nuestra enigmática modelo antes de llegar a la fiebre máxima y
descontrolada de un consumo sinfín, que la ha dejado como el dios de los
maniquíes la trajo al mundo. Pero ahora sé que todo es una mentira, una burda
mentira de perspicaz escaparatista, puesto que en ese paseo no había nadie por
la calle, y muchos escaparates adyacentes ya no lucían desnudos maniquíes, sino
carteles de se vende, alquila o traspasa. 99 veces tendré la oportunidad de no
callarme ante esta injustificada y cruel estafa planetaria que nos han impuesto
vivir, en 49 ocasiones mis pensamientos clamarán porque los culpables paguen
sus culpas si es que a la justicia todavía le queda un ápice de decencia y
sentido del deber, y 29 veces veremos a los culpables purgar de manera laxa sus
culpas, ante un modelo político, social y económico que es incapaz de absorber
tanta hipocresía. Ojalá algún día nos demos cuenta que juntos y solo juntos
llegaremos a alcanzar lo verdaderamente importante y justo. Tal vez entonces
seremos conscientes de que esos precios acabados en nueve es la trampa que nos
tiene acomodados en su sutil juego. Pues eso…cuestión de redondeo.
Toño Villalón