CERRADO POR ATARDECER

Con este blog quiero compartir con vosotros estos relatos fruto de vivencias, experiencias, reflexiones, etc.etc. Por tanto la mayor pretensión es que os gusten y os animéis a dejar algún comentario o sugerencia para animar y motivar futuros escritos que ayuden al crecimiento personal y alejarnos en la medida de lo posible de fatalismos y mediocridades.



UN ABRAZO A
TOD@S

miércoles, 25 de diciembre de 2013

LA CERTEZA DE SAMUEL

Samuel se acercó con su bicicleta junto a la mía. Mi perro lo observó atentamente y me miró como diciéndome: “este chaval merece un rato de charla”. El niño y yo bicicleamos en paralelo hasta nuestro pueblo. Me preguntó sobre qué sabía hacer mi mascota. Yo le respondí que sabía sentarse, echarse, saltar, rodar por el suelo, besar, dar la pata…vamos cosas de perros. Su cara de extrañeza cuando oyó la palabra “besar” asociada al animal, transparentó su siguiente pregunta: ¿y puedes hacer ahora que dé un beso? Detuvimos las bicicletas y el perro respondió rápidamente a la orden. Retomamos la marcha y el chaval, alucinado, siguió en paralelo y su siguiente pregunta –preguntar sigue yendo en el adn de los niños- fue: ¿y tú…qué sabes hacer? Yo le miré atónito, pensando que descolocar sigue siendo inherente a la condición de ser niño. Mi respuesta fue envuelta en un tono de seguridad, para camuflar el descoloque que el crío me acababa de provocar:
“Sé montar en bicicleta, subir montañas, disfrutar con todos los tonos del cielo, educar un perro, descubrir el mejor sitio para coger moras, nadar en el río, plantar un huerto, contar historias y hacer una rica tortilla de patatas”.
El chaval sonrió. Supongo que esa era la última respuesta que esperaba oír de un adulto; al igual que yo que jamás esperaba que antes de despedirse el crío me dijera: “vale…ahora ya entiendo porque tu perro sabe besar”. Nos separamos y tengo la impresión de que ambos regresamos a casa con cierta sensación de bienestar y agradeciendo a la vida tener a alguien cerca que valore el potencial de un beso.

Toño Villalón.

1 comentario:

  1. Jajajaja, si te llega a preguntar a qué huelen las nubes, y le contestas, hubiera sido para nota. Ojalá las certezas de Samuel nos llegaran hasta la edad adulta. A veces la clarividencia, o el tino, que tienen los niños, debería llevarnos a comprender que las cosas son, quizá, más simples de lo que pensamos (pese a que les demos una y mil vueltas).
    Alegre.

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